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Testigos
Rosa Bonilla
Asistente pastoral, Iglesia Misión Dolores, Los Angeles, CA
7 de agosto de 2024

Nací en El Salvador, soy la número 6 de 9 hermanos, casada por más de 29 años, tenemos tres hijos todos graduados del colegio, dos de ellos casados y formando su propia familia. Somos católicos y sirvo a Dios y a nuestra iglesia desde adolecente. Actualmente vivimos en Los Ángeles CA, yo trabajó como asistente pastoral en la parroquia de Misión Dolores desde el 2012 y voluntaria desde el 2005. 

Desde que comencé a escuchar con DD sobre el Diaconado femenino en los primeros años de nuestra Iglesia, mi esperanza es que un día el trabajo fuerte de tantas mujeres sea más reconocido y apreciado por nuestra Iglesia.

Parte de mi alegría es por que, en mi trabajo en la parroquia tengo el privilegio de practicar el trabajo Diaconal sirviendo a mi comunidad, a los más pobre, marginados, emigrantes , enfermos en casa y en el hospital, acompañando, rezando y apoyando espiritualmente, y con recursos básicos en sus necesidades. Estoy también apoyando a familias que pierden a sus seres queridos, caminando con ellos en su dolor, y en el proceso de funeral.

Por eso apoyar a DD en este camino, es una oportunidad también para apoyar a mujeres jóvenes en sus ministerios y a todas las mujeres que tienen el deseo profundo de llevar y mostrar a Cristo a los demás en todas las maneras posibles.  

Esto incluyó apoyar nuestra celebración del Día de Santa Febe el año pasado en mi comunidad en la parroquia de la Misión Dolores. 

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Ser testigos
“I have been blessed with women who have shared their many gifts with me. They have broken open Scripture for the people of God with their own perspective and insight. They have shown ways of leading which empower and confirm the value of each individual person. They have offered perspectives and visions of the Spirit’s call to live God’s love for all.”
Don Highberger, SJ
University Campus Minister and Hospital Pastoral Minister, St. Louis, MO
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Ser testigos
“If I could be ordained a deacon, the people would hear the Good News preached with authority at the pulpit and in the world. For me personally, it would feel like the ability to serve in the manner in which God has put on my heart to serve. As a minister of the word, liturgy and charity, I would preach the word to inspire others to love God and their neighbor. I would continue to bring communion to the sick and imprisoned, but I would also free our priests by taking on some baptisms, weddings, and funeral services that are outside of the Mass. It would feel like the fullness of what I was meant to do.”
Theresa Shepherd-Lukasik
Director of Adult Faith Formation, St. Joseph Parish, Seattle, WA
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Ser testigos
“And when I get antsy waiting, as I often do, I remember the women I met who showed me that the ‘not yet’ is an “already.” Women deacons have existed and continue to exist. Someday, I may be one of them.“
Julia D’Agostino, MDiv
Theology Student, ThM Candidate

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