La predicación de las mujeres completa la voz de Dios

Foto de Frank Albrecht en Unsplash

Uno de mis pasajes bíblicos favoritos es el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana en el pozo. Después de recibir de Jesús la promesa de agua viva, queda tan impresionada por el encuentro que inmediatamente recorre su comunidad compartiendo su testimonio. Su impacto evangelizador es inmediato, y las Sagradas Escrituras nos dicen que muchos samaritanos de aquella ciudad empezaron a creer en Jesús gracias al testimonio de la mujer (Juan 4:39).

Su encuentro con Jesús es una historia de bienvenida, redención, perdón, sanación y transformación. Es una promesa de que Jesús viene a nuestro encuentro allí donde nos encontremos con el don del agua viva.

Ahora, imagina que faltara su testimonio. Imagina que Jesús nunca hubiera hablado con esta mujer y no contáramos con este exquisito relato evangélico. Imagina que ella no hubiera ido con todo su fervor a contar a sus vecinos cómo su encuentro con Jesús transformó su vida. O imagina que el apóstol Juan hubiera decidido que no valía la pena escribir su testimonio.

"La voz de Dios está incompleta si todo lo que oímos es la voz de los hombres", afirmó la directora de evangelización parroquial, Vanessa Comninos (inglés), poco después de que el Consejo Plenario australiano aprobara cinco mociones modificadas que promovían el papel de la mujer en la Iglesia el verano pasado, incluyendo la posibilidad de ordenar mujeres al diaconado si la Iglesia universal lo aprueba.

Si las mujeres católicas pudieran ser diáconos, ¿cuál sería el mayor cambio visible que verían los feligreses los domingos? El cambio más grande que escuchamos anhelar a los católicos es el deseo de poder escuchar a las mujeres predicar desde el altar en una misa ordinaria del domingo. La ordenación de mujeres al diaconado abriría una vía estable y reconocida para que las mujeres con la preparación adecuada pudieran predicar.

Hace casi dos años, cuando empezamos a organizar reuniones de Discerning Deacons en casas, en persona y virtualmente, católicos de todo el país expresaron su deseo de oír predicar a las mujeres como una forma de entender mejor sus propias vidas y de ampliar su entendimiento de la Palabra de Dios. Las mujeres con dones para la predicación podrían enriquecer sus comunidades locales. Los feligreses anhelan escuchar nuevos puntos de vista sobre las Escrituras que las mujeres aportarían desde la plenitud de sus experiencias vividas (Recoger los frutos –inglés).

Por suerte, los católicos tienen la posibilidad de escuchar la perspectiva de una mujer cada domingo a través de Catholic Women Preach (Mujeres Católicas Predican): la página web y ahora el libro recientemente publicado, Catholic Women Preach: Raising Voices, Renewing the Church, (Mujeres Católicas Predican: Alzando Voces, Renovando la Iglesia), con un prólogo de la dominica Sor Barbara Reid, presidente (inglés) de la Catholic Theological Union (Unión Teológica Católica).

Hace unos días, la editora ejecutiva de NCR, Heidi Schlumpf, y yo hablamos de mis reflexiones sobre las Escrituras en la página web. "Catholic Women Preach me da la oportunidad de nombrar y valorar más profundamente mis experiencias de la presencia de Dios en mi propia vida y en mi comunidad de fe", le dije, añadiendo que aprecio poder "contar historias de fe desde mi propia experiencia como hija, hermana, tía, vecina, amiga – desde mis propias experiencias vividas como mujer".

Tengo la costumbre de escuchar Catholic Women Preach los domingos por la mañana antes de prepararme para ir a misa en mi parroquia local de Miami. Escucho una perspectiva femenina y una perspectiva masculina – una virtual y la otra en persona. Lo hago porque necesito el vaso lleno de agua viva que me ofrecen los múltiples testimonios sobre nuestras Escrituras. Y necesito ser intencional como católica para no dejar que la voz de Dios sea incompleta.

En paz,

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Ellie

Codirectora de Discerning Deacons

PD: Un sincero agradecimiento al cardenal Robert McElroy, de San Diego, por su reciente artículo en la revista American Magazine, por pedir la ordenación de mujeres al diaconado, ya que no está excluida por la doctrina, y por creer en la capacidad de las mujeres para ofrecer ministerios, talentos y perspectivas de vital importancia.

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Ser testigos
“I have been blessed with women who have shared their many gifts with me. They have broken open Scripture for the people of God with their own perspective and insight. They have shown ways of leading which empower and confirm the value of each individual person. They have offered perspectives and visions of the Spirit’s call to live God’s love for all.”
Don Highberger, SJ
University Campus Minister and Hospital Pastoral Minister, St. Louis, MO
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Ser testigos
“If I could be ordained a deacon, the people would hear the Good News preached with authority at the pulpit and in the world. For me personally, it would feel like the ability to serve in the manner in which God has put on my heart to serve. As a minister of the word, liturgy and charity, I would preach the word to inspire others to love God and their neighbor. I would continue to bring communion to the sick and imprisoned, but I would also free our priests by taking on some baptisms, weddings, and funeral services that are outside of the Mass. It would feel like the fullness of what I was meant to do.”
Theresa Shepherd-Lukasik
Director of Adult Faith Formation, St. Joseph Parish, Seattle, WA
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Ser testigos
“And when I get antsy waiting, as I often do, I remember the women I met who showed me that the ‘not yet’ is an “already.” Women deacons have existed and continue to exist. Someday, I may be one of them.“
Julia D’Agostino, MDiv
Theology Student, ThM Candidate

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