Todos los que estaban sentados en el Sanedrín fijaron su mirada en él y su rostro les pareció el de un ángel. (Hechos 6, 15)
Feliz Navidad de parte de Discerning Deacons y bendiciones en esta fiesta de San Esteban, a quien la tradición honra como diácono y primer mártir.
En este segundo día de Navidad, la Iglesia católica pasa de la alegría de la Natividad a la llamada de la misión y la proclamación del Evangelio, a veces con gran sacrificio.
En nuestro continuo estudio y aprendizaje sobre el ministerio de los diáconos en la vida y la misión de la Iglesia, nos encontramos con esta joya del diácono Bill Ditewig, que explora la dimensión angélica que se manifiesta en la vida encarnada del diácono.
Hoy parece un día adecuado para llamar su atención sobre esta posibilidad angélica: los diáconos como aquellos que se encuentran en el umbral, en los lugares liminales. En esta Navidad, cuando Jesús es colocado de nuevo en nuestros pesebres y aparece frágil, recordamos cómo aquellos que le siguen comparten su destino, para proclamar un mundo nuevo, acogido por lo sagrado, incluso cuando los poderes que traen la muerte o no lo comprenden tratan de extinguir esa vida.
Los diáconos ayudan a mediar entre este mundo y el siguiente. Son fieles a la llamada que, junto con toda la multitud celestial, alabamos: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra".
No se nos escapa que la Iglesia proclama la alegría del nacimiento de Jesús el 25 de diciembre y, luego, el 26 de diciembre, nos envía a vivir esa alegría en el servicio encarnado. Damos gracias a los diáconos católicos ordenados por su fiel ministerio. Y damos gracias por todas las mujeres que encuentran en San Esteban la inspiración para su vocación a la diakonia y al servicio a nuestra única familia humana.
¡Feliz Navidad de parte de Discerning Deacons!