Parteras de la esperanza de la Resurrección

Me complace presentarles una nueva imagen de Santa Febe encargada por el Círculo Diaconal Continental y creada por el Hermano Mickey McGrath. Esta Febe sabia y decidida fue revelada por primera vez durante nuestro servicio de Oración de Santa Febe por una Iglesia Sinodal del 3 de mayo. En la edición de esta semana de nuestro blog, Teresa Runyon reflexiona sobre el encuentro de María Magdalena con Jesús en la resurrección y sobre cómo Dios elige a las mujeres para tareas importantes. Además, el Hermano Mickey McGrath comparte (en inglés) su proceso de reflexión al diseñar esta nueva imagen de Santa Febe. Esperamos verles en una de nuestras llamadas de capacitación de mayo/junio para profundizar en los componentes de una Celebración de Santa Febe. -Ellie 

El terremoto de la mañana del Domingo de Resurrección significó un gran cambio en la tierra. Y se eligieron mujeres para ser las primeras receptoras de este maravilloso cambio y de la buena nueva. En la resurrección, María Magdalena fue una fuente de fortaleza, sin perder nunca la esperanza, derramando lágrimas de alegría. María fue llamada por su nombre y comisionada por Jesús para ir y dar la buena nueva. A diferencia de las muchas veces que en su ministerio cuando les dijo a otros que no hablaran de su sanación, Jesús le dijo a María que era hora de contárselo al mundo, comenzando así la importante labor de María de contar el historia, la historia de Jesús, sus enseñanzas, y cómo cambió su vida y la de tantos otros. Contarle al mundo que la muerte no tiene la última palabra. Contarle al mundo de la misericordia, el amor y la salvación de Dios a través de la resurrección de Jesús.

Esto es asombroso porque en la sociedad patriarcal del primer siglo, una mujer nunca habría sido elegida para ser testigo o embajadora pública. Si se quería difundir una historia a gran escala, de forma creíble e impactante, no se habría elegido a una mujer como portavoz. Las mujeres judías podían ser dignas de confianza en testimonios sobre asuntos privados relacionados con la vida doméstica y familiar, pero no como testigos públicos. Josefo, el historiador judío, afirmó que incluso múltiples mujeres como testigos públicos no serían aceptables ni dignas de confianza.

Sin embargo, Dios no está sujeto a nuestras limitaciones humanas y sabemos bien que Dios elige a mujeres para trabajos importantes.

¿Has reflexionado alguna vez sobre el hecho de que, durante un breve espacio de tiempo, toda la resurrección, toda la buena nueva descansó en el corazón de una sola mujer? En el tiempo que María Magdalena tardó en llegar a los hombres, la mayor noticia de todos los tiempos fue sostenida sólo por una mujer. ¿Te recuerda esto a otra María? La madre de Jesús, que durante nueve meses fue la única persona en la tierra que guardó en su interior el más grande regalo para la humanidad.

Cuanto más reflexiono sobre las mujeres que marcaron el principio y fin de la vida terrenal de Jesús, más convencida estoy de que las mujeres y nuestras cualidades y dones únicos son necesarios en este mundo, en nuestras comunidades, en nuestra iglesia, para la iglesia, para la misión.

Así como Jesús empoderó a María Magdalena para ir y contarlo, Pablo envalentonó a Febe. En la carta a los Romanos 16:1-2, Pablo elogia a Febe y la presenta a la iglesia de Roma como diácono de la iglesia de Cencreas. Pablo les pide que la reciban en el Señor de una manera digna de los santos, y que la ayuden en lo que sea, pues fue una benefactora para Pablo y para muchos otros. El sitio web de Discerning Deacons describe bien a Febe. Era una mujer de gran valor y profundo amor. Respondió a la llamada de Dios para ministrar al pueblo de Dios durante los primeros días de la Iglesia, cuando la persecución contra los cristianos era intensa. Se ganó la confianza de Pablo, que dependía de ella para las comunicaciones con la comunidad eclesial de Roma. En su biografía de Febe, la teóloga británica Paula Gooder señala que, en griego, Febe significa "resplandeciente". Febe es otra mujer que, a pesar del peligro, respondió a la llamada para hacer un trabajo importante.

Hoy nos beneficiamos de la herencia de María, María Magdalena, Febe y una letanía de santas y doctoras de la Iglesia que respondieron con valentía a la llamada de Dios de ir y contar. Que en nuestro liderazgo y en nuestra generosidad brille siempre la luz de Cristo y seamos parteras de la esperanza de la resurrección.

Teresa Runyon

Teresa Runyon

Teresa es la Asociada Pastoral en la Parroquia Padre Serra en Camarillo, California. 

Reflexión del Evangelio por Shannon Lenet y Teresa Runyon en el Servicio de Oración por una Iglesia Sinodal de Santa Febe del 3 de mayo (en inglés).

Margie Carroll presenta la nueva imagen de Santa Febe durante el Servicio de Oración de Santa Febe para una Iglesia Sinodal del 3 de mayo de 2023 (en inglés).

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"[Espero que la Iglesia ordene mujeres al diaconado] para aportar un testimonio y una expresión más amplios de la vida, el amor y la presencia de Dios al pueblo de Dios. Las voces y el liderazgo de las mujeres sanarán, animarán y potenciarán las vidas de hombres, mujeres y niños. Provocará una nueva comprensión de la vocación eclesial y enriquecerá la vida familiar católica".
Deedee Van Dyke
Capellana Católica en Joliet, Illinois
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"La primer Apóstol fue una mujer, María Magdalena. Ella sigue siendo hoy una torre de fortaleza para las mujeres en el ministerio. Si se ordenaran más mujeres al diaconado en la Iglesia Católica Romana, creo que tendríamos homilías más significativas y espiritualmente enriquecedoras, y nuestras liturgias acogerían y darían la bienvenida a todos a la mesa eucarística."
Sonja Grace
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"Si fuera ordenada diácono, no sería un medio para alcanzar un fin, sino más bien una invitación continua a un camino más profundo y amplio con Cristo. A los diáconos se les pide que se hagan más visibles como manos al servicio de la Iglesia. Responder a tal vocación sería un tesoro, una profundización de mi vida de fe interior enriquecida por las experiencias exteriores de ministerio y servicio. Tanto el camino interior como el exterior se convierten en un anhelo de buscar y conocer al Cristo al que estamos llamados a servir."   
Nina Laubach
Estudiante, Programa de Doctorado en Divinidad, Seminario Teológico de Princeton

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