Uno de los recuerdos favoritos de mi difunto padre sobre la bienvenida que recibió en los Estados Unidos tras huir de Cuba tuvo lugar alrededor del Día de Acción de Gracias a principios de la década de 1960. Unas monjas tocaron a su puerta y le regalaron a su familia un pavo y una cesta con comida. Como no estaban familiarizadas con esta celebración, las hermanas le explicaron la costumbre estadounidense del Día de Acción de Gracias y le dieron una cálida bienvenida a mi padre y a sus padres al vecindario. Era un recuerdo que mi padre siempre atesoró: haber recibido una bienvenida sincera, haber sido visto y valorado. El Día de Acción de Gracias se convirtió en una de las fiestas favoritas de Manuel Hidalgo.
La esperanza de esta historia y las posibilidades de construir comunidades acogedoras son parte de lo que sustenta mi propio camino de fe como mujer católica cubano-estadounidense. Esta esperanza se ha puesto a prueba este año, ya que las familias inmigrantes han sido separadas por los agentes del ICE y las actuales políticas federales por toda mi comunidad de Miami y en tantos barrios de nuestro país.
En la misa de los domingos, los feligreses hablan en voz baja y con temor de vecinos, amigos y familiares que han sido detenidos y deportados repentinamente sin el debido proceso, compasión o misericordia. Cientos de miles temen perder su estatus de protección temporal y con él cualquier esperanza de seguridad y florecimiento para ellos y sus familias.
Con esta tristeza y este agotamiento en mi cuerpo y mi alma, me alisté para convertirme en peregrina de la esperanza, para hacer otra peregrinación a Roma, esta vez para el Jubileo de los Migrantes.Me uní a peregrinos de Chicago, Los Ángeles, Boston, Lexington y muchas otras ciudades como parte de una delegación de casi 100 personas organizada por el Consejo Nacional Católico del Ministerio Hispano (NCCHM) y el Instituto Fe y Vida, bajo el liderazgo de la presidenta del NCCHM, Elisabeth Román.

(Crédito de la imagen: Vatican Media)
Quiero compartir con ustedes, queridos lectores de Discerning Deacons, algunas de las formas en que encontré renovada mi esperanza, mientras todos buscamos mantener nuestra fe y nuestra valentía en estos tiempos.
Ante nuestra gran alegría, el papa León XIV recibió a nuestra delegación en una audiencia privada el 7 de octubre, afirmando la importancia del ministerio pastoral valiente en los Estados Unidos.
“Tienen en sus manos una tarea muy grande, que es acompañar a las personas que verdaderamente y profundamente necesitan una señal de que Dios nunca abandona a nadie:acompañar a las personas que verdaderamente y profundamente necesitan una señal de que Dios nunca abandona a nadie: nos dijo el papa León en español.
Después procedió a saludar personalmente a cada peregrino, y muchos le entregaron cartas de migrantes de sus comunidades que se enfrentan a niveles de miedo sin precedentes. Mi regalo al papa León fue la imagen que Angela Dimler (una discerning deacon) hizo de él la semana de su elección. Su obra de arte realza la descripción que el papa León hizo de la paz de Cristo resucitado en su primer discurso en la plaza de San Pedro: “Una paz desarmada y desarmante”.
También le entregué al Santo Padre una carta de presentación sobre la labor de Discerning Deacons y nuestro compromiso organizativo de ser mensajeros de esperanza y heraldos de la Buena Nueva. Seguiremos prestando servicio en la fase de implementación del Sínodo y contribuyendo a madurar el discernimiento continuo sobre las mujeres y el diaconado.
A lo largo de la semana, nos acompañaron obispos de Estados Unidos que celebraron la misa con nosotros, entre ellos el obispo Mark Seitz de El Paso, el obispo auxiliar Evelio Menjivar de Washington, D.C. y el obispo Bruce Lewandowski de Providence. El obispo Seitz recordó sus días como sacerdote parroquial en Dallas, donde atendía a familias inmigrantes de Honduras. “Una vez que conoce a las personas, el tema de la migración se ve de otra manera”, dijo el obispo Seitz.Once you meet and know people, the theme of migration is seen differently.” said Bishop Seitz. “Solo el amor puede expulsar el miedo”.
Dylan Corbett, director ejecutivo del Hope Border Institute de El Paso,, se dirigió a nuestra delegación,recordando la enseñanza del papa Francisco de que la esperanza es tanto un don como un deber. Corbett dijo: "Como Iglesia nos toca organizar muy concretamente la esperanza. Eso tiene que traducirse a nivel de la base, es la esencia del trabajo pastoral".
Como discerning deacons, sabemos lo que significa animar a nuestras comunidades y organizar la esperanza. Quiero compartir tres formas concretas en las que podemos solidarizarnos con nuestros hermanos y hermanas inmigrantes en las próximas semanas.
- En memoria de Santa Francisca Javier Cabrini, patrona de los inmigrantes, los obispos de los Estados Unidos invitan a los fieles a hacer la Promesa Cabrini para fomentar el diálogo cívico y rezar por los migrantes y refugiados. Hagan la Promesa Cabrini aquí..
- Consideren la posibilidad de organizar una proyección local de la película Cabrini, como una forma de iniciar conversaciones sobre cómo puede ser el discipulado valiente y fiel frente a muchas formas de opresión y resistencia. Echen un vistazo a nuestra página de recursos..
- Organicen o participen en un testimonio público fiel. El El miércoles 22 de octubre y el jueves 13 de noviembre de 2025,se invita a los católicos de todos los Estados Unidos a unirse a un día nacional de acción pública en favor de nuestros hermanos y hermanas inmigrantes. Vea los recursos aquí (en inglés).
Juntos podemos organizar la esperanza y verla crecer al afirmar la verdad de nuestra fe en el Evangelio de Jesús: “Fui forastero y me acogisteis” (Mateo 25, 35).