Los dones que aportan las mujeres sabias a la Iglesia

Rhonda predicó acerca de la Epifanía en nuestro último Servicio de Oración mensual de St. Phoebe para una Iglesia Sinodal. Durante este servicio del 3 de enero, las líderes ministeriales de la región de St.Paul/Minneapolis, Minnesota, reflexionaron sobre el significado y la interseccionalidad de tres historias: la historia de los Reyes Magos que viajan para encontrarse con el Niño Jesús; la historia de Santa Febe, que viajó desde su hogar en Céncrea para encontrarse con las primeras comunidades cristianas en Roma; y la historia del trayecto sinodal en nuestra Iglesia actual, en la que mujeres sabias y santas traen dones a una Iglesia que necesita renovación. A continuación presentamos la predicación de Rhonda. -Ellie 

La historia de Epifanía -el encuentro a través de la diferencia, la ofrenda de dones- y la historia de Santa Febe -su largo viaje, su valiente ministerio diaconal- hablan de nuestra propia historia, al comienzo del 2023. Estamos en un trayecto sinodal, y sínodo significa caminar juntos. Estamos en un trayecto como Discerning Deacons, parte de este trayecto más amplio de toda la iglesia global. Estamos caminando, juntos, confiando en que el trayecto da fruto, confiando en que aunque el destino no esté claro, el trayecto en sí mismo trae gracias. Confiando en que no sólo nos acompañamos unos a otros, sino también una gran multitud de testigos: Santa Febe, Santa María Magdalena, Nuestra Señora de Guadalupe, la mujer cananea y tantos otros amigos y amigas fieles. En este punto del trayecto sinodal hemos completado un proceso de escucha. Y en octubre recibimos un documento de trabajo para la etapa continental titulado "Ensancha el espacio de tu tienda", la síntesis de lo que el pueblo de Dios compartió en el proceso de escucha, que refleja la sabiduría y la dignidad de todos los bautizados.

El documento de trabajo nombra una llamada a la conversión de la cultura de la Iglesia, y nombra el papel de la mujer como "un punto crítico". El documento de trabajo invita y anima a mantener conversaciones para repensar la participación de las mujeres en la Iglesia. Es el resultado de innumerables mujeres y hombres de todo el mundo que hablaron con honestidad, reflexión, oración y valentía, y fueron escuchados y reconocidos. El documento nombra e invita a una exploración más profunda de la expresión global de que es necesario considerar la participación de las mujeres y lamenta cómo sus dones no están siendo plenamente recibidos. Y la cuestión de los dones -cómo se ofrecen y se reciben- es un buen tema para reflexionar en la fiesta de la Epifanía.

Imagino que todos hemos experimentado el placer y la conexión de un intercambio de regalos alegre, mutuo y sincero. Un regalo hecho con amor, sinceridad y confianza. Un regalo recibido con gratitud, apertura y verdadera receptividad. El año pasado, dos amigos míos regalaron a su hija Annika, de siete años, un nuevo perrito para Navidad. El gran momento de la mañana de Navidad quedó grabado en un vídeo de iPhone que compartieron. Annika no lo podía creer. Estaba abrumada por la noticia y no sabía qué hacer primero: abrazar a su mamá, abrazar a su papá, correr y bailar por la habitación en pijama. "¡Un perrito! ¡Un perrito! ¡Un perrito!", proclamó. Sus padres lloraron de alegría.

La mejor forma de dar y recibir regalos es la sintonía, la honra y la apertura por parte de quién los da y de quién los recibe. ¿Te imaginas la postura de los reyes magos al ofrecer sus regalos? Después de un viaje tan largo e incierto, con sólo una estrella para guiarse, han llegado a esta tierra extranjera, de gente con una religión diferente, tradiciones diferentes, con diferente idioma.

¿Puedes imaginar la postura de María y José cuando recibieron oro, incienso y mirra en nombre de su hijo? Eran una pareja pobre, su nueva relación estaba marcada por el escándalo del embarazo extramatrimonial, obligados a traer al niño al mundo lejos de la comodidad y la familiaridad de su hogar. Y ahora estos desconocidos astrónomos les ofrecen un tesoro. Que intercambio de dones tan profundo, vulnerable y hermoso.

La Iglesia, en su máxima expresión, es un lugar donde los dones pueden darse con humildad confiada y recibirse con asombro, sabiendo que Dios es la fuente de cada don, sabiendo que tenemos un lugar en el cuerpo y que los dones de todos son necesarios. En nuestro mejor momento, cada uno de nosotros se nutre para ofrecer lo que puede y cada uno recibe las ofrendas de los demás con total receptividad y respeto. En nuestro mejor momento, sabemos que tenemos lo que necesitamos en abundancia cuando cada uno de nosotros da y recibe libremente.

Doy testimonio de esta entrega cada día en mi vida de ministerio; apuesto a que tú también lo haces. Las mujeres que presiden los consejos parroquiales. Las mujeres que sirven como administradoras pastorales. Las mujeres que ofrecen sus dones en el ámbito becario y el trabajo académico, la enseñanza y el trabajo editorial. Las mujeres que comparten sus dones creativos en la música, la danza, el arte visual, la liturgia. Las mujeres que sirven en las juntas o como líderes en organizaciones católicas que ofrecen atención espiritual o realizan una labor de justicia y caridad. Las mujeres que cocinan y sirven almuerzos en funerales para ofrecer apoyo a las familias en duelo. Las mujeres que organizan eventos para recaudar fondos para los centros de maternidad en comunidades desatendidas, que organizan colectas para proporcionar alimentos y artículos de aseo a hospicios que asisten a los pobres, que reciben peticiones de oración de todo tipo e interceden incansablemente por los que sufren. Las mujeres que permanecen en vigilia en los centros de detención y dan testimonio de la dignidad de los migrantes. Las mujeres que trabajan para aumentar la responsabilidad de las fuerzas policiales a fin de combatir el racismo sistémico. Las mujeres que se ofrecen como voluntarias en los centros de embarazo para caminar junto a las mujeres inseguras y temerosas. Soy testigo de esta entrega cada día, y en la fiesta de la Epifanía, me regocijo en la entrega y recepción de estos dones.

Pero, por supuesto, los dones de las mujeres no siempre se reciben plenamente en la Iglesia institucional. Muchos de nosotros lo hemos experimentado personal y dolorosamente en nuestras propias vidas. El documento de trabajo nombra esta triste realidad. Hay dones que las mujeres no ofrecemos porque hemos interiorizado mensajes de que no podemos o no debemos ser dotadas de ciertas maneras. Y hay dones que las mujeres ofrecen y que no se reciben debido a las estructuras existentes.

Existe una brecha trágica entre lo que es y lo que soñamos. Esta brecha puede dejarnos desanimados o incluso desesperanzados, tentándonos a renunciar a la esperanza soñando con una iglesia diferente. Puede hacernos dudar de que éste sea realmente un nuevo momento. Ante esta duda o desánimo, especialmente entre quienes llevan muchas décadas en la lucha, necesitamos caminar unos junto a otros en hermandad. El trayecto es incierto y tener esperanza y organizarse se siente vulnerable; como los reyes magos, necesitamos acompañarnos unos a otros mientras caminamos.

Así que juntas trabajamos, rezamos y nos organizamos para impulsar las conversaciones sobre el cambio de estructuras. Y al mismo tiempo celebramos con alegría que los dones de las mujeres se dan y se reciben libremente en nuestras vidas, en nuestros ministerios, en nuestras esferas de influencia. Cuando nos dicen que no podemos liderar, lideramos de todos modos. Cuando nos dicen que no podemos predicar, igual predicamos. Seguimos creativa y alegremente la llamada del Espíritu, recordando a las mujeres fieles que nos han precedido, y compartimos el aliento entre nosotras.

Fue este deseo de aliento mutuo de los dones de las mujeres lo que me llevó a fundar el Círculo de Predicación de Mujeres Católicas en el 2021. Durante mis años de discernimiento y formación con las Hermanas Dominicas, recibí el don de ser testigo de mujeres que reclamaron la identidad de predicadoras, que vivían colectivamente el carisma de la Orden de Predicadores. Recibí el don de una formación de postgrado en predicación. Recibí el don de vivir en comunidad con mujeres que se alentaban mutuamente como predicadoras. Llegué a nombrar este carisma dentro de mí. Me di cuenta de las maneras en que había interiorizado el mensaje de que las mujeres no predican y de cómo el Espíritu me guiaba suavemente y con constancia a liberarme de ese falso mensaje. Y sentí el impulso de ofrecer este don a otras mujeres en ministerio que no habían recibido los dones del tiempo en la comunidad dominicana. Gracias a Dios, dos cohortes del círculo de predicación de mujeres católicas se han reunido durante diez semanas cada una, y se está formando una tercera cohorte. Construimos comunidad, nos comprometemos a escucharnos profundamente y a acompañarnos una a otras, y nos turnamos para predicar y recibir comentarios. Los dones se dan con confiada humildad. Los dones se reciben con asombro y alegría. Caminamos juntas. Nos convertimos en protagonistas. La Palabra de Dios se revela. El Cuerpo de Cristo se fortalece. Administrar el Círculo es un honor y una gracia: soy testigo de la ofrenda y la recepción de los dones de las mujeres.

En esta Epifanía, ¿cómo celebraremos con alegría los dones de las mujeres? ¿Cómo daremos con confiada humildad y recibiremos con asombro y alegría? 

Rhonda Miska

Rhonda Miska

Rhonda es predicadora, ministra laica, directora espiritual y escritora enraizada en la tradición dominicana. Brinda servicio en la Iglesia de St. Timothy in Blaine, MN, es miembro de la junta asesora de Catholic Women Preach, y es fundadora y co-convocadora del Círculo de Predicación de Mujeres Católicas.

Disfrute de estos videoclips del servicio de Oración de Santa Febe por una Iglesia Sinodal del 3 de enero pasado (en inglés) 

Lisa Amman reflexiona sobre el viaje de Santa Febe a Roma

Rhonda Miska ofrece su reflexión para La Epifanía   

Jane Cavanaugh ofrece una visio divina con la imagen de tres mujeres sabias  

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Promotor
“I have worked alongside many lay and religious women in my ministry who have exhibited outstanding ability for ministry.  Many have taught me by their example how to be a more effective minister, and by their instruction, helped me to grow in this role…It’s time that the Church gets in step with society and recognizes the equality of women in the workplace.  Women are as capable as men in the work of ministry, and have demonstrated the same equality in scholarship, skills and education as men.”
Fr. Joseph A. Genito, O.S.A
Pastor, St. Thomas of Villanova Parish, Philadelphia, PA
Testigo
“If there were women deacons in my parish, lay women would relate in a deep and meaningful way to deacons who look, act, speak and feel more like themselves…Though I am an unlikely choice to wear the alb and stole, I have a deep commitment to service in Christ’s name and I try to live it every day. Any need that arises, I am ready to shoulder it, though some needs of our sisters and brothers would be well- or better-served by a woman’s different compassion.”
Deacon Bill Zapcic
Parish Deacon and Homilist, Retired Journalist, Tinton Falls, NJ
Promotor
“Not only is ordaining women as deacons a restoration of the dynamism of the early Church, it is a matter of justice!”
Fr. Stephen P Newton, CSC
Executive Director, Association of US Catholic Priests, Notre Dame, IN

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