Guía nuestros pies por el camino de la paz: La sinodalidad como consolidación de la paz

Misa Solemne de Apertura de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Foto de Kascha Sanor, Joven Peregrina.

Esta mañana, asistí a la Misa de clausura del Sínodo aquí en Roma, donde recordé un momento durante la Misa de apertura, a la que asistí con los jóvenes adultos peregrinos de Discerning Deacons. Había palomas volando en círculos sobre la Basílica de San Pedro, un símbolo del Espíritu Santo y de la paz que me ha acompañado durante todo el mes que ha durado el sínodo en Roma. En esta última publicación de nuestra edición especial del Sínodo de octubre, compartimos el texto en italiano del informe oficial de síntesis del sínodo publicado ayer, así como una traducción no oficial al español de Vida Nueva Digital (el Vaticano puede tardar varios días en publicar la traducción oficial al español). También nos complace compartir una reflexión especial de la peregrina sinodal Rhonda Miska sobre la sinodalidad como consolidación de la paz. El énfasis que pone el documento final del sínodo en la importancia del papel que desempeñan las mujeres en las comunidades católicas de todo el mundo me da esperanza para el futuro de la Iglesia. Durante mi estancia en Roma, también encontré esperanza en los jóvenes adultos con los que viajé: mujeres y hombres jóvenes que creen en la promesa del sínodo como parte de nuestro viaje colectivo hacia una comunidad mejor y una Iglesia que va al mundo a vivir la misión de Jesús y a difundir la buena nueva. De cara al futuro, nos entusiasma seguir apoyando el discernimiento de la Iglesia sobre las mujeres diáconos. Por otra parte, el equipo de Discerning Deacons se tomará la próxima semana de descanso mientras nos recuperamos del mes más ocupado que hemos vivido hasta la fecha, pero espero que participen de una de las próximas oportunidades donde nuestra comunidad se reunirá y reflexionará sobre el sínodo. -Anna

La semana pasada, cuando estuve en Roma con Discerning Deacons, era palpable la energía de oración y esperanza en torno a la sinodalidad y la experiencia de la asamblea sinodal. Un delegado sinodal con el que hablé describió la asamblea como un "momento kairós ", y otro me dijo que "¡el proceso está funcionando!".

Además, era palpable el deseo sincero de paz, ante la violencia actual en Israel y Gaza y en tantos otros lugares. Mientras rezaba el rosario a la luz de las velas en la Plaza de San Pedro con cientos de peregrinos el sábado 14 de octubre, nos invitaron a rezar a Nostra Signora della Pace, Nuestra Señora de la Paz. En la audiencia papal del 18 de octubre, el Papa Francisco anunció anunció una jornada de oración y ayuno el 27 de octubre y dijo que urgía a los creyentes "a tomar en este conflicto una sola parte: la de la paz".

Al apreciar las gracias y reflexionar sobre los días que he pasado como embajadora sinodal y peregrina en Roma, me he dado cuenta de que la esperanza suscitada por el viaje sinodal y el anhelo sincero de paz están, de hecho, fundamentalmente conectados.

El Cántico de Zacarías (Lucas 1, 67-79), rezado diariamente por innumerables mujeres y hombres de todo el mundo, incluye la súplica "guiar nuestros pasos por la senda de la paz". Y la oración Adsumus , conocida ya por muchos de nosotros, implora al Espíritu Santo: "enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta.”

Mientras nosotros, el Pueblo de Dios, forjamos un camino sinodal compartido, hemos procurado adoptar la escucha profunda, la palabra audaz, el silencio compartido, la confianza en el Espíritu Santo y el deseo de comunión. Estas son las disciplinas que los delegados sinodales han asumido estas semanas. Y no son sólo disciplinas sinodales, sino también prácticas de construcción de la paz para "guiar nuestros pasos por el camino de la paz" e iluminan el camino que debemos seguir.

Todos sabemos que estamos inmersos en un mundo mediático tóxico, sobresaturado y polarizado, de frases simplificadas, titulares sensacionalistas, tuits reduccionistas y clickbaits engañosos. Hay demasiada rabia y poco silencio. Hay demasiadas suposiciones y poca humildad. Hay demasiada indignación justa y poca curiosidad. Hay demasiada reactividad y poca amplitud de generosidad.

A principios de esta semana, una querida amiga que es líder religiosa judía se lamentaba de que la conversación en torno a la violencia actual en Tierra Santa carece de matices y minimiza la increíble complejidad del conflicto. Mientras escuchaba su miedo, su dolor y su frustración, mi corazón se conmovió. Pensé en las fotos que he visto de cientos de delegados de todo el mundo sentados en mesas redondas compartiendo conversaciones espirituales facilitadas, así como en las conversaciones que nuestro equipo de Discerning Deacons facilitó entre estudiantes universitarios y compartió entre nosotros. Estas conversaciones crean el tipo de espacio que mi amiga judía anhelaba. Fortalecen nuestros músculos para relacionarnos por encima de las diferencias.

Nuestro mundo necesita desesperadamente el ejemplo contracultural de la sinodalidad que es "sal y luz" (Mateo 5:13-16) para un mundo fracturado. Las prácticas sinodales, modeladas por los delegados que comparten una conversación espiritual en el aula sinodal y en las sesiones de escucha celebradas en todo el mundo, fomentan la escucha mutua y la apertura al otro.

Como dice la carta de la asamblea sinodal publicada el miércoles, "la vocación de la Iglesia es anunciar el Evangelio no concentrándose en sí misma, sino poniéndose al servicio del amor infinito con el que Dios ama el mundo". Esto hace eco de la visión de https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.html, la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Moderno, de que la iglesia debe “actuar como fermento” (GS #40).

El Papa Francisco ha llamado a los cristianos a ser "artesanos de la paz". Este llamado está intrínsecamente relacionado con el desafío del Papa Francisco de convertirse en una iglesia que escucha y abraza “el camino de la sinodalidad [...] que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Al recorrer el camino sinodal como Pueblo de Dios, somos sal, luz y levadura para un mundo necesitado. 

¡Firme, adelante!

Rhonda Miska es predicadora, escritora, ministra eclesial laica y directora espiritual residente en el área de Minneapolis-St. Paul, Minnesota. Tiene una maestría en Ministerio Pastoral de la Boston College y es graduada del Instituto de Dirección Espiritual de la Diócesis de Richmond, Virginia (2007). De 2016 a 2020, Rhonda estuvo en formación con la Orden de Predicadores (Dominicos), tiempo durante el cual estudió en el Instituto Aquinas y formó parte de una comunidad de mujeres que reclaman y practican el carisma de la predicación. En 2021, fundó el Catholic Women’s Preaching Circle-página en inglés- (Círculo de Predicación de Mujeres Católicas), un espacio para que las mujeres apasionadas por la predicación puedan construir una comunidad de pares, practicar la predicación, y dar y recibir comentarios. Rhonda ha estado activa con Discerning Deacons desde sus inicios.

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Seeing women deacons would serve as a vast, yet strikingly modest, step in the right direction to help loosen the unnecessary (can we say unjust?) thorn in the Church’s side. It would open doors allowing the full range of gifts (of women) to heal, accompany, and refresh others. It would bring about the kind of renewing of spirit that we often pray for in our Church. 
Fr. Martin Ngo, SJ
University Teacher and Content Specialist, Los Angeles, CA
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I have always felt called to ministry leadership, and I hope to be able to serve others as a deacon one day in my lifetime. Specifically, I have training as a preacher and experience officiating weddings. I often lean in to help plan funerals for loved ones, and prayer services around significant events. These ways of offering my service and gifts to others makes me feel most alive.
Krista M. Kutz, MDiv
Parishioner and Volunteer (St. Margaret of Scotland), Growth & Impact Manager (Ministry Scheduler Pro), St. Louis, MO
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I feel called to a greater spiritual life on this earth daily. This call goes unfulfilled within the community we currently have in the Church. I stay faithful to the Church in the hope that the Holy Spirit will breathe new life into the Church so that all who are called might serve.
June Caldwell
Eucharistic Minister, Proclaimer of the Word, Erie, PA

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